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P al fin llevó la película que “N” le
había pedido en favor que le buscase.
Era lunes. Un poco más de las cuatro de
la tarde. “N” había dispuesto ver la película en detalle esa tarde. Antes había
hecho café en una cafetera de presión tipo italiana, lo había servido en una
taza pequeña con su respectivo plato, y lo había saboreado gustosamente, antes
de dedicarse a lo que se iba a dedicar. Conectó los aparatos en sus respectivos
conectores de electricidad. Arrastró su silla tipo sofá de color verde claro y
la puso frente a la mesa donde tenía todo dispuesto para dedicarse a lo que
haría. Estaba ligero de ropas, más bien, demasiado ligero, y para no sentir el
frío del aire acondicionado se puso una franela de color negro para cubrirse
apenas un poquito más. A diferencia de El Quijote que se había apertrechado para
su salida y su gran hazaña en su locura, “N”, por el contrario, se había
despojado de casi todo, por lo menos en esa tarde, para emprender su grande
hazaña de contemplar y disfrutar una obra del séptimo arte, como se dijo que se
dice y se cataloga el arte que es el cine, con su maravillosa magia y
endulzamiento que a todos embeleza y transforma, como ha de transformar siempre
el arte, que no es otra cosa que buscar pulir el oro que es el ser humano y que
tiene en su más profundo de su esencia; quizás en eso estaba consistiendo el
que “N” estuviese ligero de ropa, como indicando su disposición mental e
intelectual de despojarse de todo, como diciendo que se quitaba toda idea y
preconcepción y prejuicio, para absorber el todo del todo de lo que iba a
realizar; tal vez, porque se trataba de leer un nuevo libro o una enciclopedia
completa de un tema que le iba a ser nuevo, aunque ya tenía alguna idea cuando
alguna vez había visto algo de la película que ya iremos a referir y a
presentar en desde este capítulo; tal vez, porque se trataba de ver y
contemplar un cuadro o una pintura, en la que él no era muy experto, pero que
tenía necesidad existencial de ver y contemplar, y en la que estaba abierto a
toda una nueva y enriquecedora experiencia; en eso consistiría el hecho del
café que se había tomado, como si fuese un café compartido con un extraño en
una mesa de cualquier sitio donde se pudiese tomar un café en un diálogo franco
y abierto, sin reservas, ni miramientos ni reparos en expresar lo que se
pensase, y disfrutar doblemente el momento exquisito de un café y lo que eso
significa; podría verse aquel momento como un café en un café, en donde habría
intercambio de ideas y de pensamientos y del que se sacaría una experiencia
realmente maravillosa como lo es el compartir la mesa, y como habrá de serlo
siempre, en la que el café sería, igualmente, una experiencia de belleza como
lo es el arte de compartir, porque como todo arte, indudablemente, también se
cultiva, se riega, y se desarrolla; esa disposición de “N” no era consciente ni
sabía que lo de ligero de ropas, y lo del cafecito antes de disponerse a ver la
película, podría ser una disposición de apertura y de franco diálogo, que
hubiera sido muy distinto si se hubiese cruzado de brazos, posición y postura
que le hubiesen preparado con cierta predisposición negativa a estar
vulnerable, y sería una postura de impermeabilidad y, más bien, de cerrazón,
porque con ello indicaría que nada de lo que viera le iba a hacer cambiar de
opinión, cosa que hubiese sido, igualmente, si en un café conversara con un
extraño guardando distancias y sosteniendo posturas, tal vez herméticas, y
entonces, no hubiese sido una disposición a un diálogo, como a veces y
comúnmente pasa y puede pasar, o como la de no mirar a los ojos en la
conversación, sino con mirada dispersa y distraída mirase a otro lado y no a su interlocutor, fuese quien fuese.
Ya hacían su aparición los primeros
letreros identificando las compañías de cine que habían estado asociadas en esa
producción. Todos los créditos de toda obra, como en un libro, después de la
portada, en las primeras páginas aparecen el nombre en cuestión de la obra, su
título original, su autor, su casa editora, su casa o empresa o taller donde se
imprimió el libro; así, estaba apareciendo en la pantalla del aparato
reproductor de video todos los créditos de producción, que son necesarios
identificar, y que forman parte de la historia de esa obra como tal, ya que
nada se da de la nada, y todo tiene un origen, mucho más cuando sean ideas y
pensamientos que es importante precisar, porque todo hijo, en creación, tiene
su padre, y de eso hay que ser respetuosos y agradecidos, como ha de ser
lógico; y el caso es que de entre los muchos datos que aquí se deben decir,
aparecían y aparecen en la película los que a continuación se dan como créditos
generales, como el Título: Más allá de
los sueños, Dirección: Vincent Ward; Producción; Barnet Bain; Guión: Ronald
Bass, basado en la novela de Richard Matheson; Música: Michael Kamen; Reparto:
Max Von Sydow, Annabella Sciorra, Cuba Gooding Jr., Robin Williams; entre otros
de los muchos datos que se deben citar; porque toda idea tiene su pensador,
aunque no se fuera inédito, ya que como dijera José Ortega y Gassett, todos
somos hijos de la época, y se piensa y se siente, y se tiene los gustos de la
época, y así en una generación y en otra, aunque cuando a veces quisiéramos
dárnosla de originales, pues no lo somos, ya que nos determina en cierta forma la
época a la que pertenecemos.
“N” había tomado una libreta para tomar
las ideas que pensaba le iban a ser útil y de reflexión de la película que
estaba comenzando. La escena con la que comenzaba y comienza la película es un
lago. Dos jóvenes van en distintas como especies de canoas de paseo por el
lago, son un joven y una joven. Ambos se ven y tratan de entablar una
comunicación a distancia de una canoa a la otra, pero no se entienden. Ella
intenta hablar en italiano. El no entiende y así se lo dice en una respuesta en
un italiano de paso, porque ella pregunta que si la entiende:
--- Capisce? – pregunta ella.
-- No capisce – contesta él.
Después se sientan en una especie de
prado a conversar. Se presentan. Ella viene de Suiza, y comienzan a ser
agradables en la conversación de mutuo escrutinio. Ella saca una especie de
manta, la sacude y la estira para sentarse sobre ella. Esos movimientos son muy
hermosos en su figura femenina, y tienen algo de sensual, con las ropas blancas
que ella llevaba encima, detalles que él no se deja de percibir y pasar por
alto. Ella se siente segura de la mirada de él y disfruta sus movimientos
femeninos llenos de gracia.
La siguiente escena pasa a un
matrimonio en un templo. Entran un par de novios. La novia toda vestida de
blanco. Hermosa. El novio a su lado, llevándola del brazo y haciéndoles algunas
picardías con la cara. Eran ellos dos, los que habían estado en el lago. Se
estaban casando.
La siguiente escena es en una casa. La
señora, que antes había sido la novia, prepara el desayuno para los dos hijos
que van a la escuela. Algunos detalles de familia, como las típicas
recomendaciones de la mamá y del papá para que los hijos las apliquen en la
escuela, que si no comer comida chatarra, sino que comerse la merienda que mamá
les está preparando, y otros detalles matutinos. Esa mañana la mamá no va a llevar
a los niños a la escuela, los va a llevar la señora que trabaja en la casa. El
papá sale y los despide en el carro y vuelve a repetirse las recomendaciones de
siempre. La camioneta se va, y el papá, que es Robin Williams, y que en la
película se llama Cristy, se queda despidiendo a la camioneta que se iba con su
dos hijos.
En ese momento el teléfono celular indicaba
con su alarma de aviso que estaba llegando un mensaje. “N” estiró la mano
derecha para detener la película en el aparato reproductor de video, y poder
leer el mensaje que estaba entrando justo en ese momento, aunque de principio
pensó leer el mensaje más tarde, pero pensó que podría ser importante, y una
vez la película en pausa, fue hacia la mesa de noche de color caoba, hacia la
cabecera de la cama, a tomar el teléfono y atender la comunicación que estaba
entrando. No era nada de importancia, aunque si era importante la comunicación,
como el teléfono celular, para eso su invento y su profusión, pero se trataba
de un mensaje de rutina y de saludo. Lo leyó, y no contestó nada porque
consideraba que su silencio en nada iría a afectar a la persona del mensaje.
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