(10)
Whoopi
Goldberg, en una película hace el papel de una mujer que todo lo resolvía por
teléfono.
Igualmente,
aquellos dos amigos en esa mañana, todo lo habían resuelto por teléfono. Habían
sido filósofos profundos sin ninguna importancia para la vida, pero como el
hablar pistoladas es gratis, menos la llamada de ese día que uno de los dos
tenía que pagar, por lo menos el que estaba llamando, se daban el lujo de
dárselas de sabedores de esto y de aquello, aunque no estaban muy ciertos de lo
que estaban hablando, cosa que tampoco es necesario, como lo dijera en sus
tiempos, con vigencia de siempre, porque eso si ha tenido vigencia, aunque,
igualmente, nadie lo cite, ni se acuerde, el autor Erasmo de Rótterdam, en su
obra magnífica de el Elogio de la locura,
que hay que ser, ciertamente, necio para saber vivir y convivir y hacer la vida
más agradable, a diferencia de los sabios, o por lo menos los así considerados
por los de su época a los que se veía que quería ridiculizar y criticar, aunque
en el mismo prólogo y dedicatoria a su gran amigo Tomás Moro, de ese su libro,
Erasmo se pusiese a la defensiva, cuando buscaba justificar que ese estilo,
fuese visto con seguridad por los “criticastros” y que lo censurasen por la
posibilidad de que fuese visto como bagatelas para ser obra de un teólogo, y,
entonces, cita a algunos autores de la antigüedad que ya por ese camino
andasen, y diciendo dice que, “Homero
cantó las guerras de las ranas y de los ratones en la Batracomiomaquia ;
Virgilio, a los mosquitos y al almodrote; Ovidio, a las nueces; Polícatro hizo
el elogio de Busiris, e Isócrates lo fustigó; Glauco celebró la injusticia;
Favorino, a Tersites y las cuartanas; Sinesio, la calvicie; Luciano, las moscas
y los parásitos; Séneca escribió la apoteosis de Claudio; Plutarco, el diálogo
de Grillo con Ulises; Luciano y Apuleyo, el asno; y no sé quién, el testamento
del cochinillo Grunio Corocota, de que hace mención San Jerónimo”; y con el
propósito de su obra, como él mismo dice, que “era más el agradar que el
morder” le da personificación a la “necedad”, así como en el libro del Eclesiástico,
en el caso de la Biblia ,
la “Sabiduría” habla en primera persona, sobre todo a partir del capítulo 24
del mismo libro, igualmente “la
Necedad ”, en la obra de Erasmo, habla en primera persona al
decir que “sola, yo soy, no obstante, la
que tiene virtud para distraer a los dioses y a los hombres”, y la que no
necesita cambiar de apariencia porque es tal como aparece sin disimular en nada
porque tampoco eso se propone, precisamente porque es la misma necedad y en eso
consiste su desempeño, y tampoco es que quiera dársela de que sabe porque no
sabe, y llama con ironía a los que esas ínfulas se dan, para llamarlos “mirósofos”, o sabios-necios, que hacen
suyo lo que no es de su propiedad como autoría, pero que se ufanan de ser autores,
y se dan el lujo de citar lo citable para dárselas de muy entendidos, para
ganarse el respeto de los que no saben y la aprobación de los que algo o poco
en letras son instruidos, para con ello concordar con la misma idea que dijera
Cervantes, y que ya dijimos; la
Necedad es hija de Pluto y Hebe; ante Pluto se “trastornan
los cimientos de las cosas sagradas y profanas; por cuyo arbitrio se rige la
guerra, la paz, los imperios, los consejos, la justicia, las asambleas
populares, los matrimonios, los tratados, las alianzas, las leyes, las artes,
lo cómico, lo serio, en una palabra, todos los negocios públicos y privados de
los hombres”; y Hebe es la ninfa de la juventud, que es mil veces más bella y
más alegre; la Necedad es fruto del amor de los besos, y no
del insípido amor conyugal, nació en las islas Afortunadas, en donde todo crece
espontáneo y sin cultivo, y le amamantó “la
embriaguez”, hija de Baco, y “la
impericia”, hija de Pan, y de otras ninfas como “el amor propio”, “la
adulación”, “el olvido”, “la pereza”, “la demencia”, “la molicie”,
“la voluptuosidad”, sin dejar de
pasar por altos a dos dioses más, que son, “Con”,
el genio de los banquetes, y el otro, “Morfeo”
o “sublime Modorra”, el genio del
sueño, haciendo con todos ellos un propio imperio y poderío, al que se someten hasta
grandes señores sin ninguna distinción, pues “la Necedad ” es el principio y
fin de la vida, el alfa y la omega de la existencia, porque la vida no sería
vida sin el placer, y eso mismo es la Necedad , ya que “¿hay un solo día en la vida que no sea triste, monótono, insípido,
aburrido y molesto, si no se le adereza con el placer, es decir, con la salsa
de la necedad?”, aun cuando los acostumbrados a dominarse frente al placer
como los estoicos digan lo contrario, pues también ellos sienten placer, y eso
no se puede negar, y aunque ellos mismos digan que la sabiduría consista en
seguir la razón, y la necedad, por el contrario, en dejarse llevar por las
pasiones; siendo la edad del niño la más ventajosa y la más grata, siguiéndole
a ella la edad de la juventud, edad que le sucede a la infancia, para después
llegar a la edad de la vejez, edad tediosa, refunfuñadora y molesta tanto para
sí mismo como para los demás, pero que si no fuera por “la Necedad ” que mete su mano
para volverlos a la infancia, y que no en vano se le llama a la vejez la
“segunda infancia”, llevándolos a los márgenes del río El Leteo, río que nace
en las islas Afortunadas, para que beban a grandes sorbos el agua del “Olvido”, para que aminoren sus cuidados
y vuelvan a la juventud, a pesar de que eso mismo sea “chochear” y “divagar”, pero
por eso vuelven a ser niños, porque nadie, entonces soportaría a un anciano en
su plenitud de fuerzas mentales el rigor de sus críticas, para ser un beneficio
la necedad, por consiguiente, en la vejez, para hacerle y hacerse más agradable
en su convivencia, al punto que los
viejos quieren con frenesí a los niños, y éstos a los viejos, sin duda porque
(como dice el poeta Homero) “los dioses se complacen en poner siempre juntos a los
que se semejan”. ¿En qué otra cosa se diferencia sino en que el viejo tiene más
arrugas y más años? Por lo demás, todo es igual entre ellos: cabellos
descoloridos, boca desdentada, cuerpo pequeño, apetencia de la leche, balbuceo,
charlatanería, frivolidad, olvido de las cosas y falta de reflexión; siendo
la encarnación de la misma necedad la mujer, porque disfrácese como se disfrace
“mona siempre se queda”, pero por su misma necedad, ellas son más felices que
los hombres, teniendo como privilegio la hermosura para pretender con ello
agradar a los hombres, para lo que son sus adornos, sus tintes, sus peinados,
sus perfumes y demás, precisamente, todo por la necedad y por ella sean ellas
las que en verdad dominen y manden; la Necedad también es llamada “Ingenuidad”, como lo que hace que lo feo sea visto como bello, el
viejo ame a la moza, y la moza al viejo, eso mismo, la Necedad es lo que hace
agradable la vida; la Necedad
es lo que hace que el pueblo soporte a su gobernante, el jefe al súbdito, el
amigo al amigo, la esposa al marido y viceversa, el anfitrión al invitado y
viceversa, con algo de adulación, comenzando por sí mismo porque es necesario
autoafirmarse antes de dar importancia a la aprobación de los demás, para lo
que “la Filaucia ” da grandes facilidades para que
nadie se queje de su fisonomía, ni de su ingenio, ni de su nacimiento, ni de su
estado, ni de su educación, ni de su patria, de tal manera que nadie aspire ser
otro que él mismo, o lo que sería igual a decir con la teología moral de la Iglesia Católica a que “todos tenemos que ser fieles a nuestra
conciencia”, como lo fuese el propio San Francisco de Asís en su tiempo
cuando a la Iglesia
de la opulencia de entonces hiciera oposición, pero con la característica de su
sumisión a la experiencia del Magisterio, que lo diferenciara precisamente de
otros que como él se opusieran de manera radical como el mismo monje Savonarola
y otros más de ese estilo; o como también lo dijera el filósofo español José
Ortega y Gasset con aquella idea de ser nosotros mismos sin “alterarnos”, es decir, sin tomar y decir
como comportamiento propio lo que otro piensa y opina, con el pretexto de que
se piensa o se dice lo que “la gente dice”, como si eso fuese criterio
suficiente para despersonalizarnos; todo esto para decir con Erasmo de la
necesidad de la Necedad
de la que se fortalece “la Filaucia ”, como ya
se dijo, porque no son los sabios hechos para gobernar, ni para política, ni
para la vida social, cosa que si es dada para los que son necios y sepan
cualquier vanalidad sin importancia inventar, porque la necedad es el manantial
de donde nacieron los hechos famosos de los grandes héroes que han exaltado
hasta las nubes los oradores y literatos, y de todas las artes, porque el afán
de gloria y reconocimiento universal es lo que mueve en el fondo a un autor, y
esos es necedad, como lo es especialmente hoy por hoy el cine, donde se están
haciendo magias para hacer ilusionar y soñar, o como lo que interpreta el gran
actor Robin Williams, en la que hacía de un estudiante que hacía las veces de
payaso en un hospital, en la por de más famosa película sobre Patch Adams, película
dirigida por Tom Shadyac, basada en la historia real de Hunter
"Patch" Adams y el libro Gesundheit:
Good Health is a Laughing Matter, de los autores Adams y Maureen Mylander;
siendo Match Adams, el inventor de la “risoterapia”,
para producir beneficios mentales y físicos por medio de la risa, sobre todo,
de la experiencia grupal y de reírse de uno mismo, y eso no es otra cosa que
Necedad, no dicho por Erasmo, sino añadido por el que esto escribe, porque la Necedad , y entonces
volvemos otra vez a Erasmo y a su libro, para decir que la Necedad es la que engendra
las naciones, conserva los imperios, las leyes, la religión, las asambleas y
los tribunales, porque la vida humana no es otra cosa que un juego de necios, y
en eso consiste la representación de la comedia humana, que el que más necedad tenga
como conveniencia, más felicidad tendrá, y en la que es necesario mucho
porcentaje de no avergonzarse de nada y de atreverse a todo, a diferencia del
sabio e inteligente, que por no errar tiene demasiada prudencia y nunca hace
nada, sustentándolo todo en la reflexión y precaución, afianzando con ello su
falta de carácter y sus muchos temores, mientras que el necio se deja llevar
por sus impulsos y hace, porque el necio “no
ve sino los hechos”, porque gracias a esa misma necedad la vieja quiere
parecerse joven y para ello su apariencia retoca, sometiéndose a toda clase de
suplicios con tal de no parecer vieja, como igual también el viejo que busca
disimular su vejez con múltiples artificios, y eso es necedad, pero que es
necesario para hacer que todos se hallen contentos, y en algo felices, porque
la necedad es propio de la naturaleza; siendo las ciencias las que más se
asemejan a la Necedad ,
la medicina, que busca, entre otras cosas, agradar al enfermo; después los
hombres de leyes, ya que ellos a su antojo regulan los grandes y los pequeños
negocios, y así aumentan su fortuna y son más felices; mientras que los que más
lejos de la felicidad se hallan son los que cultivan mucho el saber, pasando a
ser doblemente necios, ya que olvidando que son naturalmente mortales, procuran
con ejercicios y demás acciones alejarse de ella, como si con ello superaran y
perfeccionaran a la naturaleza misma; además los necios tienen una cualidad y
es que son francos, sinceros y directos, y eso no se puede despreciar, mientras
que el sabio tiene dos lenguas, una para decir la verdad, y la otra, sólo lo
que le conviene según las circunstancias, y de estos se rodean los que
gobiernan pues necesitan de quien los adule y alabe en todo cuanto hacen, pues
los que mandan no aman la verdad; la
Necedad es considerada por los sabios como la locura misma, y
no hay peor desgracia que ella, según los sabios, pero hay dos tipos de locura,
una la que pierde todos los sentidos y le hace ver lo que es como otra cosa
distinta como consecuencia del extravío de la razón, y otra es la locura que
sin perder ningún sentido se lleva a creer verdadero lo que no es, como la de
aquellos que se complacen en contar o en oír milagros y mentiras monstruosas y
nunca se cansan de escuchar las fábulas más extrañas acerca de espectros, de
duendes, de fantasmas, de infiernos y de otras mil maravillas por el estilo,
las cuales, cuanto más se apartan de la verdad, más crédito les dan las gentes,
y con mayor delicia las escuchan, de entre los que se hallan los clérigos y los
predicadores, como dice e insiste Erasmo; o de lo que últimamente se ha
insistido en la famosa existencia de un santo Grial, del que fuese y es famoso
el libro “El código Da Vinci”, como
igual dijimos, y desde entonces, ya todos hablan de un hecho y realidad de la
existencia del tan irrisorio cáliz del que bebiera Cristo, como reliquia que
anda andando por el mundo, y de esto nadie da como invención sino como cierto, como
el mismo Santa Claus, u otros muchos cuentos que hoy se dan por ciertos y sin
ninguna discusión, o como lo que el mismo Erasmo refuta en su obra que aquí
llevamos, de aquellos “que creen que si
ven alguna imagen o cuadro de San Cristóbal, el Polifemo cristiano, ya no se
morirá aquel día; los que por rezar cierta oración ante la efigie de Santa
Bárbara, se imaginan que volverán sanos y salvos de la guerra; y también los
que por visitar la imagen de San Erasmo en ciertos días, llevándole tantas
velas y diciéndole tales o cuales preces, esperan que muy pronto van a ser
ricos[1]”;
la Filaucia y la
Adulación se diferencian en que la primera “consiste en
pasarse la mano a sí mismo por el lomo”, mientras que la segunda “consiste en
pasársela a los demás”, y ésta es buena ya que hay una adulación que es mala
como la que emplean algunos para engañar a incautos, mientras la adulación
buena es la que “levanta las almas abatidas, consuela a los tristes, vigoriza a
los débiles, despabila a los torpes, alivia a los enfermos, doma a los
soberbios, hace que nazcan y duren las amistades, inspira a los niños en el
estudio de las letras, regocija a los viejos, hace que el hombre sea más
agradable y querido para sí mismo”[2],
lo que hace que de hecho sea la más grande dicha que pueda haber y existir,
aunque suene a auto engaño; pero lo que es cierto y seguro es que las cosas
dependen del valor que nosotros mismos les demos, y no de las cosas en sí
mismas, sino de la importancia que para nosotros tenga, independiente de su
valor, porque como dijeran otros autores y ya no Erasmo, que cada cosa es un
sacramento para cada uno porque para cada uno cada cosa le dice algo más de lo
que representa por si sola, o lo que sería lo mismo a decir que cada cosa es
valiosa porque nos trasciende más allá de lo que es, y como ha de ser lógico y
natural, convierte en todas las cosas de valor relativo y nada de absoluto, de
como igualmente se podría definir el arte, aunque ya lo hemos precisado cuando
a van Gogh citábamos en este respecto, porque, entonces, el arte no tiene
belleza universal, sino absolutamente particular, porque no dice lo mismo a
todos, sino algo distinto en cada uno que una obra contempla, lee u oye, o
saborea, porque también es arte la cocina, y no en vano habría de llamarse,
como así bien se llama ese oficio bien desarrollado y desempeñado “el arte culinario”, y que debería ser el
primero de los artes, a pesar de que no se cuenta en la lista de las artes, ya
que “es primero el comer, después el
filosofar”, porque primero le dan tetero o mamila al niño, y mucho pero
mucho tiempo después el que piense y discierna; y de ese arte culinario es
famosa y de gran lección la película “Ratatouille”,
que hace referencia a un plato especial de una región de Francia, teniendo la
película como enseñanza en el crítico del sabor Anton Ego que la buena comida y
su buen gusto nos recuerda los momentos gratos y agradables vividos, sobre todo
en la infancia, de allí que el gusto en el comer es arte porque nos remite a
momentos felices de nuestra vida y nos vuelve a hacer felices, como fuera lo
que experimentara cuando con sorpresa de sorpresa el plato que el la rata Remy
le prepara para someterse a su aprobación, y a su memoria un recuerdo de sus
años de niño volviera, apenas probara el plato que le sirvieran, y que no era
otra cosa que el «confit byaldi» del
que del plato francés “ratatouille”
fuera una variación; y a pesar de que el crítico culinario, Antón Ego, es
suspendido de sus licencias como crítico culinario por la asociación francesa,
Antón Ego forma una sociedad con Linguini, que era el cocinero flaco y falto de
experiencia en la cocina al que la rata ayuda, y Colette, y por supuesto la
rata Remy que es la experta en la cocina y ciertamente el chef y la creadora, o
más bien creador, porque es macho y entonces debería ser ratón, y compran y
crean un nuevo restaurante, llamado precisamene restaurante “La
Ratatouille ”; mas no debemos olvidarnos que todo hijo su
padre tiene, como en otra parte muchas se dijo, aquí algunos datos de los
creadores algo tenemos que decir, porque todo hijo de su padre se siente
orgulloso, y sea dicho algo de la ficha técnica de la película que su guión fue
obra de Jan Pinkava, Jim Capobianco, Brad Bird, Emily Cook, Kathy Greenberg y
Bob Peterson, sin contar ni mencionar a sus muchos realizadores porque es una
película de animación por computadora producida por Pixar y distribuida por
Walt Disney Pictures, y con ello somos fieles a lo que ya se dijo y hemos mantenido.
Pero
sigamos con Erasmo, ya que de su obra nos valemos para seguir hablando de la
necedad y de lo necesaria que es en el mundo, haciendo como Erasmo hace la
diferencia de una y otra necedad, pues este autor insiste en que así como es
necesario y útil la necedad para poder ser feliz en este mundo, porque del otro
no se sabe, hay, sin embargo, otra necedad que hace creer que lo que se
considera sabio no es más que la propia necedad en esencia, de la que son
partícipes los gramáticos, los literatos, sobre todo los que buscan a todas
costas tener fama y buen renombre, distinto de aquellos que escriben sin tener
reparo y que son necios, en cierta manera los buenos necios, por no someterse a
normas ni a buenos criterios; después, entre otros, están los filósofos y los
teólogos, éstos últimos a quienes Erasmo ataca en su obra con mucha insistencia
y de quienes dice que “los mismos
apóstoles necesitarían una nueva Venida del Espíritu Santo si tuvieran que
disputar sobre estas materias con esta nueva especie de teólogos”[3],
complaciéndose más a sí mismos, para diferenciarlos de los otros teólogos que
son más versados en las ciencias y que han tenido tiempo de hojear los
Evangelios y las cartas de San Pablo para ser más realistas y con las verdades
de la verdad conformes, y que esas cosas de los anteriores les producen
náuseas, y quienes hablan y justifican sus elucubraciones con sofismas y
lógicas, y hasta del infierno con familiaridad hablan, “como si hubieran vivido muchos años en este país”, o sea el
infierno mismo, de las que otros autores han sido también contestatarios como
el mismo Martín Lucero, al entre otras cosas las indulgencias y de sus abusos y
exageraciones, con mucha razón histórica en su tiempo con gran atino supiera
criticar, o el mismo Dante Alighieri, con su gran obra de la Divina Comedia , en los
infiernos y purgatorios a muchos importantes colocara para de sus formas
fantásticamente ironizar; y que gracias a la gran apertura del Concilio
Vaticano II, en la Dei
verbum, en ese sentido se han dado grandes pasos al insistir y enseñar que es
necesario las Escrituras saber interpretar, no en el sentido literal, sino en
el sentido completo de la
Revelación , para lo que hay mucho dedicar tiempo y estudiar.
El
caso es que en esa mañana como dos necios que perdían el tiempo de cosas sin
importancia hablaban, y un buen rato en conversación esa mañana los dos
pasaban, y si no fuesen verdades o cierto lo que hablaran, ambos su buen tiempo
para creerse felices, y serlos, porque de eso y de otro la vida se trataba,
porque tenía razón, y aquí y en esto y todo otro se aplicaba, lo que Erasmo en
su obra escribiera de ser necios y la necedad sobre ellos felizmente reposaba y
de ambos se escuchaban sus tremendas carcajadas, porque era serio y no lo era
todo lo que conversaban, porque es propio de necios pasarla bonito y bien, como
habrá de estarla pasando el que en este momento esto mismo se halla leyendo,
porque de que habrá de ser necio para estar perdiendo tiempo y haber llegado
hasta este punto, de seguro habrá de serlo, porque es necio, pero del necio
bueno, como del que habla Erasmo en forma de sátira y de sarcasmo al exaltar al
necio visto por otros como del montón y del monte, como lo dijera la propaganda
de la salsa de tomate en la televisión, pero habrá de seguirlo siendo para
saber en qué para toda esta historia y ver qué de ella saca, pero para eso,
habrá de continuar en el próximo capítulo, que es donde se encuentra lo más
necio de esta necedad de perder el tiempo de dedicarse a escribir, y doblemente
necio, del que esto, igualmente sigue leyendo, porque como ya dijimos cuando
Cervantes en el prólogo al lector lo tratara de “desocupado”, porque un ocupado
en otra cosa su tiempo dedica, y no en este libro su tiempo pierde, porque
perderlo en ello es de necio, como ya se dijo, pero es solo de necio buscar
“pulir el oro que el hombre tiene y es” cuando del arte, igualmente se hablara,
y eso nos hace diferentes, afirmando la importancia y la necesidad de la Necedad , que es sin duda
la misma locura, pero la buena, porque no sería justo que un pulpero a su queso
no alabe, y no sería conveniente no alabarlo.
Pero
como en este punto la cosa es muy emocionante y por más que parar se quiera, no
podemos dejar de caer en la tentación, porque caer en ella es propio de necios,
y que como de sabios no nos la queremos dar, ni mucho de dárnosla de “mirósofos” o de sabios-necios, como ya
dijimos que Erasmo dijo, cuando a los sabios e inteligentes en su ironía y
sarcasmo criticaba, acudamos al mismo San Pablo, para comprender y sorprendernos
de igual manera, al descubrir que ya el apóstol igualmente lo dijera cuando en
su carta a los Corintios, por entonces estas cosas de manera magistral
resumiera, y así muy bonito le saliera que se “podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar
vivo; si no tengo amor, de nada me sirve. El amor es comprensivo, el amor es
servicial y no tiene envidia; el amor no presume, ni se engríe; no es mal
educado ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del mal; no se alegra de la
injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites, cree sin
límites, espera sin límites, aguanta sin límites. El amor no pasa nunca.”[4]
Y todo esto para concordar con Erasmo cuando de estas cosas habla y las ubica
en lo que muy bien llama “la
Adulación ”, pero la buena, que consiste, como ya se dijo en
pasarle la mano en el hombro al otro para estimularlo, aun cuando algunos digan
que es auto-engaño, porque es mismo es necedad, pero necesaria para poder
encontrar algo de la felicidad; pero séanos permitido un poco regresar, ya que
por no dárnosla de no ser sabios ni inteligentes, sería lo mismo a una falsa
humildad, y entonces, alguna razón ha de tener Federico Nieszche, cuando en su
libro “Así habló Zaratustra”, a los
cristianos critica precisamente en el tema de la humildad, y entonces en mordaz
crítica, pero con toda su razón, en ese punto tenga absoluta validez, y
caigamos en lo que Erasmo quiere criticar, y pasemos a ser los sabios-necios, o
doblemente necios, por dárnosla de lo que no poseemos, ni por gracia, ni por
naturaleza, ni por virtud ni por méritos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario