miércoles, 21 de diciembre de 2016

capitulo 9

                                                                                                                                                          (9)       


Después de la por la demás interesante conversación del día y de la mañana que tenemos dicho, “N” siguió buscando la película que le había pedido en encargo de que se buscase a su amigo P, y que desde esa petición tenía tiempo, como dos meses que no lo veía, cuando semanalmente siempre se veían. “N”, sin embargo, había hecho sus propias diligencias para dar con la película. En las ventas de películas copiadas no las había encontrado. No le interesaba si las películas eran o no originales, y aunque le preocupaba en verdad lo del derecho de autor, no se podía negar que a la hora de adquirir un CD, igual le daba si era original o copia, pues por mucho que consideraba y valoraba los esfuerzos de sus respectivos autores y todo lo que sus trabajos deberían recibir en compensación, por eso la ley que les favorecía y les garantizaba todos los beneficios, le tenía sin cuidado infringir esa sacrosanta ley, porque su bolsillo y su economía no estaban para darse esos gustos de obtener originales, aun cuando proliferaran las ventas de copias y que pudiesen recibir el castigo de un delito público; sin embargo, valoraba y consideraba que los autores deberían sentirse más que satisfechos que sus canciones o sus películas se oyeran, se vieran y se disfrutaran. No veía en esa práctica de leyes y su aplicación más que una campaña de las casas productoras y editoriales en su beneficio económico, más que una protección del respeto de la creación; veía más productivo y enriquecedor, además de orgullo para los creadores, el que sus nombres se repitieran por todos lados, sobre todo que sus ideas fueran citadas; eso lo veía más que suficiente, aun cuando sus promotores y divulgadores buscasen su recompensas a sus inversiones en dar a conocerlos, aun cuando en muchos casos de libros, aparecieran en las primeras páginas en las que aparecen los créditos de autores y editores que bajo ningún motivo se puede citar, copiar, referir, pronunciar, etc… las ideas que se hallan en ese libro, sin la estricta licencia de su autor o la casa editora; casi hasta se prohíbe leer el libro, o hasta casi es prohibido abrirlo sin incurrir en una pena; cosa absurda en donde prevalece lo estrictamente económico, eso en caso de que una obra una cierta creación u obra dé altos beneficios rentables, que a un autor no le va mal, porque con solamente fama no se vive, aunque la fama enaltece el ego, pero el ego engrandecido y con algo de retribución monetaria, hace que el ego sea más ego y con justificaciones y motivos; porque hasta en esto el mismo Cervantes en el mismísimo prólogo de su gran obra de El Quijote no niega sus profundas aspiraciones, como habrá de tenerlas un escritor, al decir “quisiera que este libro, en el caso suyo de Cervantes, y que en algo se parece al presente, como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y más discreto que pudiera imaginarse. Pero no he podido yo contravenir al orden de naturaleza; que en ella cada cosa engendra su semejante”, y que por feo que sea el hijo, el padre más lo ama y le perdona sus faltas, como igual lo dijera en su prólogo Cervantes, como igual se dijo; como también es el caso de que cada cual escribe como habla, y en eso igual se le debe perdonar, porque es fruto de su propia historia, y no porque mucha cultura tenga y por eso se le autorice a escribir y ello sea una limitante, porque de locura se trata como en antes también se dijo lo que motiva a hacer los que otros no se atreven por ser muy cautos y en cometer errores muy precavidos, mas no tanto los que como muchos han sido atrevidos, ya sea por el mucho ocio en que viven, o ya porque les corre en la imaginación y en el pensamiento un bicho que se llama invención o lo mismo que es que se llama locura; pero no habrá de juzgárseles por sus atrevimientos o falta de gramática, sino por su producción y riesgo, como en un caso conocido en donde su autor quería hablar de “el colon” y de una enfermedad de él padecida, hablaba de “colo”, porque así a él le sonaba, y así mismo lo escribía; como, igualmente, en ese mismo libro quería decir que se trataba de “pénsum” de estudios, y en vez de eso, escribía “pensul”, porque también igualmente así le sonaba, y como se escribe como se habla, así igual escribía, y algunos eruditos del lenguaje sus vestiduras rasgaban por la falta de conocimientos y de gramática y de cultura del que de esos errores en un libro que había publicado se cometía, y que sea el mismo Daniel Albarrán, autor por mí conocido, en su libro Por culpa de la tripa (o gracias a ella), como en su estilo el mismo Cervantes se auto-citara de manera valiente y sin falsa humildad, al final del capítulo 6, cuando el cura y el barbero disponían de qué libros de caballería, que eran de Don Quijote en propiedad, irían a parar al corral, con la ayuda del brazo de la sobrina y del ama de llaves de Don Quijote, para pasar después por la pena de la hoguera por ser considerados los causante de la locura del señor Quijana, que era como se llamaba El Quijote cuando en su pleno buen juicio estaba, entonces, cuando en su relato Cervantes llega en la selección de los libros que se irían a quemar, y al colocar su propia obra llamada La Galatea, de Miguel de Cervantes, leído y enunciado por el barbero, entonces el cura, que era el que decidía cuál iría al fuego y cuál no, dice: “-- Muchos años ha que es grande amigo mío ese Cervantes, y sé que es más versado en desdichas que en versos. Su libro tiene algo de buena invención; propone algo, y no concluye nada: es menester esperar la segunda parte que promete; quizá con la enmienda alcanzará del todo la misericordia que ahora se le niega; y, entre tanto que esto se ve, tenedle recluso en vuestra posada”; y así el personaje del cura pasa a ser el mismo autor, o sea, Cervantes, porque el que escribe simplemente utiliza personajes para querer decir en ellos lo que siempre ha querido decir, y lo dice, como ya el mismo Cervantes lo recalca en el prólogo, cuando estaba buscando no justificarse, pero dando razones para no tener que dar citas y citaciones de obras y de autores y de gente famosa, para darle peso y autoridad a su obra, como si le diera, según su parecer, más valor real; entonces, dice “porque yo me hallo incapaz de remediarlas, por mi insuficiencia y pocas letras, y porque naturalmente soy poltrón y perezoso de andarme buscando autores que digan lo que yo me sé decir sin ellos”, ante la nota que hace en su prólogo de no querer ceñirse a la forma tradicional de buscar autoridad y crédito ajeno para darle valor a lo que ya tiene de por sí como obra, y que podría verse como arrogancia, pero que es sinceridad en la creación, como ya se dijera antes, de que no se puede andar buscando gustos y complacencias el que en artes anda, sino la de seguirse a sí mismo siguiéndose; o como dijera el cantante de que “a amar, se aprende, amando”, porque no hay técnicas ni escuelas que eso enseñen, sino la propia experiencia y camino, distinto uno de otro; o como igual lo dijera en otras palabras pero en las mismas verdades el poeta de que “caminante, no hay caminos; se hace camino al andar”.

 El caso es que no había encontrado en las pocas ventas callejeras la película que le tenía interesado, lo que lo obligaba a buscarla en tiendas exclusivas, y con toda seguridad tendría que pagar lo que costase una original. No quería llegar a esos extremos de gastar innecesariamente, más cuando en resumidas cuentas lo que le interesaba era poder asimilar la idea principal de la película que estaba buscando, que era lo que le motivaba, tomar lo que una vez había logrado ver que tenía ella en su mensaje, tal vez innovador y aleccionador.

En la televisión habían dado algunas veces seguidas la película en cuestión, pero había sido después de las diez de la noche, y el sueño había podido más que las ganas de ver la película. Se guardaba las esperanzas de encontrarla en alguna venta de buhoneros, y se rendía a los brazos de Morfeo, como es que se dice cuando se va a dormir o se cae rendido a las fuerzas naturales que reclaman un descanso reparador

No hay comentarios:

Publicar un comentario