(8)
“N”
había recibido la llamada telefónica en esa mañana. La conversación había sido
larga y extensa. Habían tratado temas de gran profundidad y de ninguna
importancia. Porque los temas profundos de nada sirven para la vida. Temas como
el saber de dónde venimos y a dónde vamos. Temas de gente ociosa que no tiene
más en qué pensar, y que cree que al abordar esos temas eternos y de nunca
acabarse están yendo a solucionar todos los problemas de la vida y de la
existencia. Algunos han llegado a pensar en los elementos esenciales de la
existencia como el agua, el fuego y el aire, y desde que se tiene conocimiento
del pensamiento humano, siempre ha sido el tema de los temas. Y eso está
considerado como hacer filosofía, y lo es. De esos temas habían tratado en esa
conversación. Inutilidades, pero igual lo conversaron. Temas tan eternos y de
un círculo del que no se sale, como el tema de ¿qué fue primero, si el huevo o
si la gallina?, en donde algunos se esmeran en demostrar que fue primero la
gallina, de donde viene el huevo; y los otros, en sostener que fue primero el
huevo, porque sin él no es posible el pollito que después será gallina, porque
sin huevo no hay gallina; pero sin gallina, no hay huevo, y se entra en una
duda constante de reconocer que ambos tienen razón, porque sin gallina no hay
huevo, como tampoco sin huevo, gallina; dejando de un lado, que sin gallo, no
hay ni huevo ni gallina; pero que sin huevo y sin gallina, tampoco hay gallo. Y
entonces, no se sabe cuál de los tres es más importante, porque sin uno no hay ni
uno ni otro, y tampoco el tercero. Entonces, viene a tener razón la niñita que
le contesta a su mamá, en el libro Teresa,
de Armando José Sequera, que ella la hizo mamá, cuando la señora y la niña
pasaban frente a la clínica donde la había traído al mundo, muy contenta le
comenta y le enseña la clínica y le dice “hija,
ahí en esa clínica yo te traje al mundo”, y la niñita después de mirar el
edificio de la clínica y de mirar a la mamá le contesta, “o sea, mami, que ahí fue donde yo te hice mamá”; y en ambos casos,
las dos tenían razón, porque sin gallina no hay huevo; y sin huevo no hay
gallina, aunque el gallo también dependiera del huevo, porque vuelve a
repetirse la historia y el cuento que nunca tiene fin, como los temas que
siempre se conversan para demostrar que se está haciendo profunda filosofía. O
como cuando el Chapulín Colorado, otro hijo como idea de otro autor, de Roberto
Gómez Bolaños, creados para hacernos soñar y fantasear, en algún aprieto que se
encuentra y quiere intervenir para él también ayudar, y cuando nadie tiene
soluciones a los problemas que se presentan en esos momentos, entonces, el
Chapulín suele intervenir para proponer alguna idea, y apenas dice “yo opino”, enseguida lo mandan a callar,
porque así como El Quijote, en vez de las cosas mejorar, las pone mayores
porque en vez de desfacer entuertos o desfacer agravios, como era la intención
del caballero de andanzas sin igual, no desface, o deshace, que es lo mismo lo
que quiere decir Cervantes en su español hablado por los tiempos de su
redacción; porque en ambos casos, el tuerto quedaba igual de tuerto, o tal vez
más; y si no era tuerto, pues ya lo iba a ser desde ese momento de la torpeza
cometida que complicaba más las cosas, como en el primer caso del caballero, y
muchas y variadas por otro lado las del Chapulín, que preciso sea traer al
cuento lo que Cervantes de su personaje en su ingenio inventa para entretener
sanamente en su por de más sabido entretenimiento, como entonces, relata su
primer encuentro con el labrador que castigaba a su criado porque en su trabajo
era muy descuidado y sus ovejas cada día una cada vez se iban perdiendo, y como
los gritos del muchacho al caballero su atención le había llamado, se acercó
entonces el justiciero para aplicar justicia, entuertando la situación que en
su firme convencimiento estaba enderezando, como dice que dijo don Quijote al
labrador “pero quédense los zapatos y las
sangrías por los azotes que sin culpa le habéis dado; que si él rompió el cuero
de los zapatos que vos pagastes, vos le habéis rompido el de su cuerpo; y si le
sacó el barbero sangre estando enfermo, vos en sanidad se la habéis sacado;
ansí que, por esta parte, no os debe nada”, sobre todo porque el labrador
al caballero en su derecho le alegaba, y para justificar los azotes que al
muchacho le daba, y más que por eso para no pagarle nada al muchacho, porque el
caballero en justicia un pago y un sueldo para el joven reclamaba, el labrador
para no pagar los setenta y tres reales que la cuenta a Don Quijote le daba, de
la suma de nueve meses, según el mismo muchacho dijera, y a siete reales por
mes, o para pagar menos, en su lista el labrador pedía que de esa cantidad se descontara
“en cuenta tres pares de zapatos que le
había dado y un real de dos sangrías que le habían hecho estando enfermo”;
en vez de eso, apenas se había marchado el justiciero que quería deshacer
entuertos, como diciendo enderezar lo que torcido estuviese, lo torció más para
el pobre Andrés, que así se llamaba el muchacho, porque apenas ido el jinete en
su caballo, se las cobró más fuerte el labrador, quedando todo con todo esto en
más azotado el muchacho y llorando y su amo riendo se quedó, porque como se
está diciendo si no era tuerto, lo iba a ser desde la torpeza a pesar de ser
sana y buena la intención, aunque de inmediato el mismo don Quijote quedara más
desfacido, o deshecho, con la caída que por defender a su hermosura Dulcinea
frente a unos mercaderes pidiendo que reconocieran su belleza se les quería
imponer, y ante el atrevimiento que según a él le parecía, con su espada
quisiese al mercader atrevido quien de la Dulcinea pidiese como muestra de ella un retrato,
y que aunque ella fuese “tuerta de un ojo
y que del otro le manara bermellón y piedra azufre, con todo ello”, para
complacerlo en su petición afirmarían de ella lo que él les pidiese, y ante el
embarazo de Rocinante, Don Quijote al suelo con armas y todo en esa embestida
se cayese, para recibir en remate una golpiza de un mozo de mula que en el
grupo se encontraba. Pero con la diferencia del Chapulín, al Quijote la
desgracia en ese trance le sucedió en su contra, porque en el del traje rojo y
con el martillo del chipote, todos los malos ratos y desenlaces les suceden a
los que él quiere siempre ayudar, como igual sucede en el caso de los otros
trances que se cuentan en la historia de Don Quijote a partir de ese entonces,
aunque haya parecidos con el Chapulín, que en sus entradas apenas lo invocan
hace su aparición siempre cometiendo algunas trastadas llevándose por delante
las mesas, las sillas o lo que le entorpezca su sorpresiva aparición y desde
ahí comienzan las complicaciones para los que lo invocaron pidiendo su ayuda,
que a diferencia de Don Quijote a éste nadie le solicita su socorro.
Volvamos
a la llamada de teléfono. Habían estado hablando de la “constitución septenaria del hombre”, y como cada loco en su tema
siempre anda, esa mañana esos dos locos en ese tema anduvieron. Hablaban
profundo, procurando saber de muchas cosas e ignorándolas todas; pero como los
locos lo son sin pedir permiso ni les otorgan licencia para serlo, y las
naturaleza les hace sus jugadas, estos dos locos a pesar de su cordura hablaban
de que el hombre está compuesto de cuerpo, alma y espíritu, y habían entrado en
una clasificación un tanto curiosa como la del cuerpo Físico, la Vitalidad , el Cuerpo
Astral, el Alma Animal, el Alma Humana, el Alma Espiritual, y el Espíritu; todo
ello fruto de una lectura de algunos autores hindúes. "N" se había
quedado pasmado y no sabía mucho qué decir ante el abordamiento del tema.
Procuraba, sin embargo, hacer un esfuerzo por entender el camino que su
interlocutor telefónico llevaba, y que indicaba que quería hablar de que el ser
humano se halla dividido entre un ser superior y otro inferior, como así
lograba la idea tomar; es la idea de que el hombre es de constitución
septenaria y no simplemente una dualidad, o sea, solo cuerpo y alma como dos
realidades opuestas y antagónicas, fundamentado en la idea de la cadena
planetaria y de las siete razas, que dan la idea de la naturaleza septenaria
del hombre, porque cada principio está correlacionado con un plano, un planeta
y una raza, y los principios humanos están en cada plano en correlación con las
séptuples fuerzas ocultas, incluido en la una trinidad que son Espíritu,
Discernimiento y Mente, y que tienen su base en los cuatro instrumentos o
vehículos inferiores que son Pasiones y Deseos, Principio de Vida, Cuerpo
Astral, y Cuerpo Físico, y por ser inferiores y materiales son transitorios y
están sujetos de por sí a ser desintegrados y es lo que se llama como muerte,
que no afecta en nada al hombre verdadero que de por sí es inmortal, haciendo
así la diferencia radical entre el hombre visible, compuesto de cerebro,
nervios, sangre, huesos, linfa, músculos, órganos de sensación y acción, y
piel; difiriendo del hombre físico invisible, que está compuesto de Cuerpo
Astral, Pasiones y deseos, El Principio de Vida (prana o jiva).
"N"
había escuchado atentamente toda la conversación que anterior hemos referido; y
en alguna que otra parte colocaba su tímida opinión, pero en nada lograba
atinar el tema porque la otra persona en la línea del teléfono se hallaba a sus
anchas y no quería perder la ocasión de sentirse escuchada. "N" no
entendía del todo. A su recuerdo llegaban algunos autores hindúes que había
alguna vez leído. Ignoraba mucho del arte hindú y de la India , y de lo poco que
sabía, a su recuerdo en ese momento algunas imágenes hacían el fatigoso intento
de traer algo de algo de lo que casi nada sabía. Aquello le parecía un cruel
tormento esotérico y lo único que a su mente venía era un enredo de cuerpos
como los que suelen colocar en las imágenes del Kamasutra, todo confundido con
brazos, cuerpos y piernas. Algunas pinturas pasaban por su mente, y lo único
que lograba vislumbrar en sus colores e impresiones eran unos azules etéreos y
como vagando en la vaciedad y en las dimensiones del sueño, y se imaginaba a un
hombre divagando como en una mezcla de especie de místico, de soñador y de
idealista, con una cierta obstinación y voluntarioso, con tendencia a la
dejadez, amando la soledad, evitando la compañía de las personas, deleitándose
en medio de la naturaleza, comunicándose con los espíritus con quienes buscase
complacerse, y conducido por un profundo anhelo por conocer la verdad, comprender
la razón de la existencia y entender el significado de la vida; más conectado
con un mundo externo que con el real, del que se hallaba desentendido. Su
comunicación sería con los espíritus, utilizando para el encuentro la ayuda de
los “médiums”, o personas con algunas propiedades de clarividentes para
conectarse con los espíritus, porque éstos buscan la comunicación con los
vivos, y que por ser seres especiales tienen poderes telepáticos, según
creencias y dogmas de esoterismo. Pasaba por su cabeza la idea de la teosofía y
su relación con algunas religiones con una mezcla de cristianismo, de
esoterismo y budismo, expresado y practicado por una fuerte tendencia de
espiritismo.
La
otra persona iba hablando y se explicaba. "N" trataba de entender. Su
estómago se revolvía a medida que se mantenía la conversación. Era bueno que
hablaran e hicieran filosofía, pero aquella tertulia telefónica sus tripas le
revolvían.
La
otra persona continuaba en su tema. En el universo una ley existe de los
septenios. La naturaleza se renueva cada 7 años. Los 7 días de la semana, las 7
notas musicales básicas, los 7 colores fundamentales; todo está regido por el
7. El Hombre tiene 7 cuerpos, a saber: Etero-físico (lo más concreto);
Energético o Pránico (nuestra energía vital, que circula esencialmente en la
sangre); Emocional o Astral (pues somos susceptibles, por Ley de
Correspondencia, a las influencias cósmicas de los astros. La influencia de la Luna sobre las emociones es
un claro ejemplo); Mental Inferior o Kama Manas (Kama=Deseo, Manas=Mente;
cuerpo donde se concentran nuestras pasiones, nuestro lado racional y lógico);
Mental Superior o Manas (cuerpo de nuestra mente desposeída de todo egoísmo, es
la sede de nuestros altos ideales y de nuestros sentimientos y pensamientos más
puros); Intuicional o Budhi (el cuerpo de la verdadera inteligencia, aquella
que nos hace discernir lo bueno de lo malo, es el cuerpo que nos conecta con la Sabiduría Eterna
e Infinita); Voluntad o Atmá (Atmá significa Alma, es la Mónada de los teósofos, la
indisoluble, la que no le alcanza la muerte, nuestro auténtico y verdadero Yo).
"N"
estaba confundido con aquella forma y manera de hablar. Aquello le parecía
etéreo y vago, pero en la vaguedad del vacío como en la dimensión de lo
impreciso y difuso. Recordaba haber comenzado a leer de un abogado llamado
Otahola algunos libros que iban por ese estilo, pero no había podido continuar
porque le parecía un estilo que le estropeaba las tripas, sobre todo cuando
hablaba de la etereoidad cósmica y astral, difusa como la luz entre el
atardecer lánguido de la luz que se desvanece y la noche que se encima, o como
el desperezarse del amanecer indeciso e impreciso de una luz que se va y no se
va, pero que igual hace su refulgente aparición para invadirlo todo dejando
súbitamente detrás la somnolencia de la aurora entrelucida y oscurecina, de lo
que son claro reflejo muchos de los cuadros de artistas hindúes con gran
influencia de visiones de Buda. No dejaba de pensar en Pablo Cohelo y su obra
el Alquimista, en donde encontraba manifiestamente marcada esa tendencia.
Encontraba en su simbología una maraña de ideas confusas y obligadamente
entrelazadas representado por una serpiente que rodeaba en círculo grande la
parte externa del sello, y en la parte interna un par de triángulos invertidos
y entrelazados, como tomando el escudo de la simbología de la estrella de
David, pero remarcado en negro el triángulo que apuntaba la parte larga del
mismo hacia abajo; los triángulos se entrelazaban de manera que se hacen
imposible separarlos porque en un extremo, igualmente representado por otro sub-triángulo,
estaba superpuesto sobre el otro triángulo, y en el siguiente yuxtapuesto o por
debajo del triángulo anterior, formando a su vez en todo el conjunto seis
sub-triángulos; en todo el centro de los dos triángulos grandes, que daban y
generaban un hexágono, estaba una cruz con una especie de doble círculo en la
parte superior; en todo el centro de la parte superior de la figura donde se
unía la cabeza de la serpiente con la cola, para cerrar la figura y encerrar a
todos los triángulos y con sub-triángulos y con la cruz con el doble círculo,
el centro era la simbología de la cruz que usara Hitler y que fuera usada por
los nazis (la svástica) cruz gamada o rueda del sol, como significando en sí
misma la idea de unir a varias culturas y religiones, además de representar el
curso del sol en los cielos, como también representar el poder del Boomerang,
todo lo que haces se devuelve, además, de que todo lo que sube tiene que bajar.
En todo el centro de la unión de los dos triángulos se visualizaba un diamante,
para los que había tapar dos triángulos simultáneamente, tanto de la derecha
como de la izquierda, y repetir la misma acción en el siguiente segmento para
visualizar, igualmente, otro diamante, llegando a la suma de tres diamantes
diamatremalmente y sincronizados, tanto de derecha como de izquierda, de manera
que en el sentido anti-horario o hacia la izquierda daba tres, o en el sentido
horario, es decir, hacia la derecha, igualmente daba tres diamantes; si se
repetía la acción con rapidez, de tapar los dos sub-triángulos de izquierda y
de derecha daba la sensación de movimiento, ya sea en dirección opuesta, ya sea
en dirección de las agujas del reloj, al punto de repetir y reproducir una
imagen centrífuga, de las que estuvo en boga algún tiempo y de las que hacían
cuadros con cuerdas de colores para adornar las paredes de muchas casas.
Aquella representación de imágenes le parecía a “N” como si estuviera leyendo
los pasajes del libro del Apocalipsis, e igual, aun cuando fuera considerado
libro sagrado e inspirado, no dejaba de retorcerle las tripas, acompañado con
ciertos impulsos vomitivos y de náuseas.
“N”
estaba realmente sorprendido con aquella conversación. Le sorprendía la convicción
que su interlocutor telefónico manifestaba sobre estos asuntos que para “N” era
cosas de locos.
No
podía, por otra parte, “N” dejar de pensar también en el libro El código Da
Vinci, de Dan Brown, y aunque no tenía certeza, o por lo menos, no lo recordaba
con precisión, no sabía si algo de eso y en ese estilo la obra de ese best
seller algo de eso hubiese. La manera intrincada de escribir ese autor y el
descifre de lo enripiado, le hacían recordar que algún parentesco con esas
ideas había de tener. Recordaba de ese libro, fruto de la imaginación de su
autor, lo complicado del lenguaje encriptado, primero con la pura y simple
representación del Hombre de Vitruvio, de Leonardo da Vinci, con la que
comenzara la novela, posición en la que fuera encontrado el cuerpo de Jacques
Saunière, en el Museo de Louvre, en París; después el mensaje críptico escrito
a su costado y el pentáculo dibujado en el pecho con su propia sangre, para
hacer todo el recorrido por la historia de su historia novelesca, valida y
admirable en su creación y entretenimiento, como toda creación ha de serlo de
por sí y en sí misma, sin a nada ni a nadie, nada deber, ni mucho menos temer,
ni rendir cuenta ni permiso pedir, porque obedece a un patrón de imaginación y
enriquecimiento propia del padre que la idea engendró y dio alimento para verla
crecer, aun cuando en ella de un santo Grial como fundamento de su excusa y
pretexto literario y temario a desarrollar, más que válido y valedero; y pasar,
entonces, por la implicación de sociedades en otros tiempos existentes, y ahora
con nuevas vidas en su obra como recurso, como las de la misteriosa sociedad
secreta del Priorato de Sión, por un lado; y por otro, los Caballeros
templarios, y hasta implicar de los católicos, en su historia más que válida y
justificada la orden del Opus Dei, generando con ello un escándalo mayúsculo
por abarcar en su creación a los judíos, primero, y a los católicos cristianos,
después, que recibían en herencia una copa, y que al final se genera una
inquietud mayor complicada que la anterior, porque no parece que fuera el
cáliz, sino Sophie Neveu, la nieta del viejo que encontraron muerto en el
museo, y quien ayuda a descifrar lo que había sido dejado escrito en clave bien
encriptada, en forma de anagramas o de pistas que llevaban a otra pista para
llegar hasta donde estaba el secreto de los secretos… pero que pareciera que la
nieta es la heredera de sangre de la línea de Jesús y la Magdalena , y que este
pareciera que fuera el mayor escándalo de lo que en su imaginación, Brown como
escritor por entonces produjera; siendo mejor la trama en el libro escrito y no
tan bien lograda en la película que de ese best seller se hiciera. Lo
interesante de toda esta sampablera es que muchos empezaron a escandalizarse de
las cosas de la inventiva de su autor, dando por cierto todo lo que él decía en
su obra maestra de la imaginación y del arte de la invención, siendo así una
obra de colección por su belleza, en el que la clave estaba, la utilización de
anagramas o frases enrevesadas para que solo entendieran los que en esos juegos
algo supieran, y que no es nada nuevo, porque que hasta de niños se juega
cuando se juega en frases encriptadas, como cuando para decir algo a la palabra
se le añade o antes o después, dependiendo del patrón o del criterio o del
código infantil que se invente para comunicarse, algunas letras para que solo
entiendan los que están y andan codificados en eso que ya han pactado, y no
entiendan nada en absoluto los que no tienen ni idea de lo se haya pactado;
como por ejemplo, se le colocaba a toda palabra la combinación “pre” y todo
tenía que decirse con ese código en la conversación, entendiendo solo los que
eso entendían, como para decir que “se va a comprar chocolate a la tienda de la
esquina”, como medida de ejemplo, entonces, todo tenía que tener o antes, o en
medio, o al final la combinación “pre”, y a su vez se diría que “prese preva prea precomprar prechocolate
prea prela prede prela preesquina”, y solo entendía el otro niño que en ese
juego estaba; y la dificultad era mayor según la pericia y rapidez, porque las
añadiduras podrían ser también al principio, y en el medio y al final
simultáneamente en cada palabra, haciendo que fuera realmente imposible
adivinar si no se estaba diestro en ese arte de la comunicación, para hacer más
bella la vida de entonces cuando niños jugábamos y nos enriquecíamos en nuestra
imaginación, llevando con ello también un desarrollo mental y cerebral,
haciendo que se fuera o más inteligente o menos, de acuerdo con la ocasión.
Otro tanto se podría decir con la obra de Brown que a tanta gente espantó, pero
que no es sino una creación de las muchas que en el arte hay para hacer mejores
y desarrollar nuestra imaginación, que cuando es con diversión es más profunda
y definitiva en nuestra formación y crecimiento; y con ello es mejor el
pulimento del oro que todos llevamos y que todos igual tenemos y somos, porque
hasta en el juego del ahorcado en el que se colocaba una letra al comienzo y la
última de la palabra que se tenía que adivinar quedando solo las rayitas o los
puntos de la cantidad de letras que hacían falta para la palabra completar, y a
cada letra fallida iban haciendo una figurita a la que después se le haría una
cuerda para ahorcarlos o salvarse de perder si la palabra no se lograba completar;
o la de cambiar una palabra de lo adelante para atrás para en vez de decir
“medio” se decía “diome”, todo válido en nuestro hermoso formar. Lo de los
anagramas son una diversión; lo fueron cuando niños éramos, y ahora de grandes
igual lo son; solo hay que ver cómo andan con revistas de sopas de letras y de
otros muchos acertijos, que sin con líneas paralelas u horizontales o
verticales, o si en dos dibujos existen siete o más diferencias; todo ello indica
que a todos nos gustan los anagramas porque nos entretiene, nos divierte y nos
saca del tedio cuando no se tiene nada qué hacer, siendo algunos realmente
adictos y aficionados; pero cada cual mata su tiempo como mejor puede, como lo
está matando el lector que en este punto va, y el que esto escribe igual su
tiempo mata, de eso ni dudar; como mataba el tiempo en sus tiempos Agatha
Christie con sus famosas novelas, y terminaba el lector sorprendido de su falta
de lógica porque la autora le había dado todas las pistas para descubrir en su
desarrollo el autor de los crímenes, y recriminarse el no haber pensado en el
que era, y que al final la autora al fin revelaba, siendo eso mismo una especie
de anagrama y de crucigrama que había que llenar. Pero el caso es que a “N” esa
conversación que mantenía en esa mañana lo tenía con las tripas a punto de
expulsar, por lo intrincado de lo que se imaginaba, todo dependiendo del número
7, que era la clave de lo que se conversaba. El 7 como número y referencia en
todo, como son siete los días de la semana, como ya se dijo, e igual, siete los
colores del arco iris y siete los pecados capitales, siendo ellos la soberbia,
la avaricia, la lujuria, la ira, la gula, la envidia y la pereza; 7 las
virtudes cardinales que a los 7 anteriores buscan rivalizar y hacerles frente
para combatirlas y en lucha encarnizada en la vida diaria no dejarlas triunfar,
siendo 7 las virtudes cardinales, como ya se mencionó, la primera de ellas la
humildad, después la generosidad, la castidad, la paciencia, la templanza, la
caridad y la diligencia, siendo esta última en contra de la pereza, y así cada
una enfrentándose a su opuesto para no dejarle en ningún terreno avanzar; y
también son 7 los dones del Espíritu Santo, siendo ellos la sabiduría, la
inteligencia, el consejo, la fortaleza, la ciencia, la piedad y el temor de
Dios; también son 7 las palabras de Jesús en la cruz, que según algunos Jesús
dijera; según algunos cuentan dicen que William Shakespeare, igualmente,
dividió en 7 las edades del hombre, la infancia, la niñez, el amante, el soldado,
el adulto, la edad avanzada y la senilidad; son 7 las notas musicales, do, re,
mi, fa, sol, la, si; 7 las artes, la pintura, la escultura, la arquitectura, la
literatura, la música, la danza y por último el cine, bien llamado el séptimo
arte; 7 los mares, el golfo Pérsico, el mar Negro, el mar Caspio, el mar Rojo,
el mar Mediterráneo, el mar Adriático, y el mar Arábico, siendo famosa la
reflexión que hiciera con su aplicación concreta Hugo Wast, con su aporte en “El peligro de los siete mares”; 7 eran
en otros tiempos las maravillas del mundo; 7 brazos tiene el candelabro de la Menorah ; 7 son los
chakrás, o siete centros de energía en el cuerpo humano; 7 los maridos del
recurso hipotético que los saduceos le ponen a Jesús en su comparación para
burlarse de él, porque ellos no creían en la resurrección, según nos cuenta el
Evangelio de San Marcos, porque la mujer estuvo casada con los 7 hermanos; 7
son los derramamientos de sangre de Jesucristo, el sudor de sangre, los latigazos,
la corona de espinas, la barba arrancada de su rostro, los clavos de las manos,
los clavos de los pies, y la lanza en el costado, según algunos que esos
detalles buscan en números precisar; en 7 días Dios creó al mundo; 7 son los
enanos que tenía Blanca Nieves; y 7 vidas tiene el gato, según siempre se ha
dicho, aunque sea una sola la que tiene, como todo ser viviente, sin ser para
nada la excepción; 7 vacas gordas y 7 vacas flacas las que en el sueño el
Faraón soñó y que después a José contara para que su significado revelara; 7
sellos que en el libro del Apocalipsis el Cordero abrió, para aparecer en los
cuatro primeros sellos abiertos tras la revelación un caballo de distinto
color, para ser el primero un caballo blanco, el segundo un caballo rojo, el
tercero un caballo negro, y el cuarto un caballo verdoso, quedando en suspenso
en los otros tres restantes la aparición de caballos y sus respectivos colores,
pero nada dice el libro sobre si eran 7 caballos, o no; igualmente, nada dice
de sus colores en igual cantidad, y que son conocidos por muchos como los
cuatro caballos y los cuatro jinetes del Apocalipsis, adquiriendo así de
inmediato un carácter fantasmagórico y de presagio de desastres; 7 candeleros
de oro que en el sueño tuviera el autor del libro del Apocalipsis, para indicar
que eran 7 las estrellas y 7 las Iglesias a las que iría cada uno de los 7
mensajes que a ellas iría la revelación, siendo así las 7 bienaventuranzas del
Apocalipsis; 7 panes en la segunda multiplicación de los panes, según se nos
cuenta en los Evangelios que eso cuentan; 7, igualmente las cestas que se
recogieron totalmente llenas de lo que sobró en esa multiplicación; aunque
algunos suman 7, igualmente, en la primera multiplicación, pues dicen que eran
5 panes y dos peces, sumando todo ello simplemente 7 los elementos de la
operación.
7
veces la condición y la medida que Pedro pone como la práctica del perdón, pero
setenta veces 7 es la nueva aplicación, según respondiera como la nueva medida
por Jesús en lo humano una sana relación, y que si se aplica como resultado de
70 veces 7, va como resultado 490 veces las veces que se habrían de perdonar,
como resultado de la multiplicación; tres veces 7 es el número que identifica
al policía que personifica Cantinflas en una de sus intervenciones en el
séptimo arte, como dijimos que es el número del cine, en la lista de las artes,
utilizando siempre el 777, como queriendo decir, el tres veces 7, o tres veces
santo y perfecto, y tal vez, haya en esa alusión una alegoría al Santo, Santo,
Santo, que se canta en la misa, para hacer la referencia al perfecto orden,
porque con el humor se llega a las profundidades de lo más profundo de la
esencia del hombre, porque al ser alabado el Creador en su perfección y
santidad, es enaltecido la criatura en su fragilidad.
Para
sorpresa de sorpresas, 7 son las peticiones que se hacen en la oración del
Padrenuestro.
Todas
estas relaciones tenían a “N” sorprendido. Ciertamente el número 7 tenía y
tiene su importancia, y en parte, su interlocutor telefónico no estaba
desvariando del todo, aunque sí un poco las vísceras de “N” que se revolvían.
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