miércoles, 21 de diciembre de 2016

capitulo 13

                                                                                                                                                          (13)       

“4 años después”, es la leyenda que aparece en el siguiente desenvolvimiento de la película. Annie, interpretado por Annabella Sciorra, que es la esposa está preparando una exposición de sus cuadros y pinturas. Ella es una pintora famosa y reconocida. Él es doctor. Y están a punto de celebrar el día “DD”, un código clave que los dos utilizan para entenderse en su amor, como es lógico entre los enamorados, aun de casados, porque la convivencia marital no debe disminuir el hechizo del amor, como ha de ser siempre la sorpresa en la novedad en la cotidianidad de la vida, y como dijera otro autor, Ksawery Knotz, un autor polaco con su libro “Sexo como Dios manda” dice que de estas cosas trata en las relaciones de la pareja en el matrimonio que “algunas personas, cuando hablan de las relaciones sexuales dentro del matrimonio católico, piensan que están privadas de alegría, pasión y fantasía”, porque el sexo “resulta esencial para que hombre y mujer se entiendan, crezcan juntos y aprendan a amarse de manera plena. El sexo es una manera importante con la que cuentan las parejas casadas para expresarse su amor y así sentirse más cerca de Dios, porque “celebran el sacramento del matrimonio y su vida con Cristo también durante sus relaciones sexuales”; de donde para sorpresa de mucha gente, ese libro está siendo considerado por los conocedores de la materia, como el “Kamasutra católico”, aunque nada nuevo hay bajo el sol, como dice otro libro de la Biblia, ya que estas cosas están implícitas en algunos otros documentos como en la “familiaris consortio”, cuando dice que “la sexualidad, mediante la cual el hombre y la mujer se dan uno a otro con los actos propios y exclusivos de los esposos, no es algo puramente biológico, sino que afecta al núcleo íntimo de la persona humana en cuanto tal[1]”; pero el caso es que Annie y Cristi están a punto de celebrar una fecha que tiene que ver con su matrimonio y al que habían decidido darle un código, y éste era el día “DD”. Ella está en el museo. Él en su consultorio, y atiende a una niña. En ese momento él recibe una llamada telefónica de su esposa, Annie. Ella le dice que no va a poder ir donde él, y da sus razones y motivos. Él se compromete a ir donde ella. Le ha comprado un presente y lo ha empaquetado en papel de regalo, con tarjeta de dedicatoria y todo. Él, al salir de su consultorio, se dirige al sitio donde está ella. De vez en cuando mira el regalo que lleva a su esposa, y se siente orgulloso y contento del regalo que le lleva, y que ha colocado en el asiento delantero, el del pasajero. Mientras iba de camino en un túnel de la misma vía un carro lo sobrepasa y delante de él ese mismo carro choca. Hay una explosión como consecuencia de la colisión y del choque. Él se baja. Lleva consigo su maletín de doctor y va corriendo a auxiliar a los heridos. Mientras corre, él dice que él es médico. Llega a uno de los carros que está con las ruedas hacia arriba, y dentro hay una persona. Él se identifica. Pregunta que si está bien a la persona que está con la cabeza hacia abajo. En eso él se levanta y se voltea. Viene otro carro, y por lo visto, lo sorprendió el tumulto de carros en el túnel, y se viene de frente después de elevarse y agranda y empeora la situación. El doctor es alcanzado por ese carro y es victima. El carro lo atropella. Viene el personal paramédico y auxilian al doctor.
 En la siguiente escena, el doctor Cristi está en una sala de hospital. Muere.
En la parte que por primera vez este caso se dijo de la película se dijo que ella había muerto primero; pero después de ver la película, se comprobó que quien murió primero fue él, pero se deja tal como está escrito, porque se dijo, que se trataba de escribir y escribir, y no de pensar lo que se iba a escribir, sino, no se escribiría, como le decía el escritor famoso a su amigo estudiante, cuando de eso se hablara en su oportunidad, porque sería igualmente que un pintor en su cuadro hiciera un trazo hoy, y tres días después volviera sobre ese trazo para cambiarle el grosor, las dimensiones, los colores, o difuminarlo más, o menos, a lo que sería a coquetear con su obra para adornarla para que se viera más bonita o más atrayente; y nunca así acabaría de pintar un solo cuadro en toda su vida, y se perdería el mundo de su expresión y rebeldía y originalidad, aun cuando a los tres meses su obra mejoraría a la anterior, porque de eso se trata el que en artes anda, que hoy dice y mañana siempre dirá lo mismo, pero con un cierto crecimiento constante, que hace la diferencia y la riqueza de su obra en todo su conjunto, siempre en la eterna búsqueda y en el eterno encuentro sin fin, y sin agotarse jamás esa fuerza doble del dar y el recibir al mismo tiempo, que lo enriquece y lo alimenta, y a la que está terriblemente atado en la belleza de su propio descubrimiento, que lo impela a seguir haciéndolo como una necesidad de aire para respirar y de razón para vivir-viviendo, como lo es y ha sido siempre la trabazón de la sin razón del ser del artista, y eso en todas sus expresiones que el arte tiene.



[1] Juan Pablo II, Familiaris consortio, 11e.

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