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De repente, Cristi aparece en un jardín,
en las afueras de la casa a donde habían subido, y que según Cristi no tenía
ventanas, y en donde habían tenido las conversaciones y se habían tomado el
café, por lo menos dos veces, la primera en que a Cristi le había sabido a
pintura acrílica, y la segunda en la que sentía que al café le faltaba un poco
de leche; en ese jardín, en la parte de afuera aparece una muchacha, que por
sus facciones es asiática, y comienza a conversar con Cristi; le dice que fue
enviado a sustituir a Albert, que había sido asignado a un nuevo trabajo por
los momentos; ella se llama Leona, y lleva una etiqueta tipo insignia de
aeromoza en su costado izquierdo de su vestido; conversan un buen rato; ella le
pregunta por sus hijos, especialmente por su hija, sobre todo si la amaba; el
le da algunos detalles; ella le pide que le cuente algo que recuerde de ella en
relación a él en su experiencia papá-hija; él comienza a contarle que
conversaban en las noches, y que una noche él se ofreció a enseñarle a jugar
ajedrez, y desde entonces jugaban ajedrez todas las noches, porque ella quería
ganarle por sus propios méritos, y no porque él la dejara ganar, como había
sucedido en esa primera partida, y que ese había sido el reto de su hija, por
eso jugaban todas las noches, porque ella quería ganarle, pero nunca había
ganado; él en ese momento que está contando se pone muy nostálgico, y la
película pasa a los momentos de los diálogos con su hija, y a los recuerdos de
familia y de la maravillosa experiencia de hogar; justo en ese momento él cae
como en un lago en sus aguas profundas; casi se ahoga, como la vez anterior,
cuando antes de subir a la casa grande donde tomaron café Albert y Cristi; casi
se ahoga; lucha por no ahogarse; le vienen muchos recuerdos de diálogos con su
hija; sale de repente de la profundidad y hace bocanadas de aire, y sale;
vuelve a conversar con Leona; Leona comienza a hablarle de una experiencia que
ella había tenido con su padre en un avión con una aeromoza, experiencia que
ella recordaba porque iba con su padre; en ese momento Cristi le pregunta a
Leona que si todavía jugaba ajedrez; ambos se ríen; él la reconoce, por eso se
ríen, porque Leona sabe que la reconocieron; era su hija; se abrazan; lloran;
él la besa en la frente; después Leona, que no es Leona, sino que es la hija,
desaparece, y en su lugar aparece Albert; Cristi le reclama que por qué lo dejó
solo; estaba trabajando en otro lugar, le dice Albert.
La película pasa a la tierra donde esta
Annie. Ella, por recomendación de su psiquiatra escribía un diario, porque
según el psiquiatra esa modalidad ayuda a las personas que entran en crisis de
depresión. Ella no había podido superar esta segunda pérdida, la de su esposo.
Se recriminaba que si ella hubiese ido a su encuentro como lo habían programado
para celebrar el día “DD”, no hubiese sucedido ese trágico accidente. Ella no
se lo perdonaba. Sufría. Se sentía culpable. Estaba a punto de ser recluida en
un hospital psiquiátrico. Su médico le había dado una semana más para
recluirla. Ella no soportaba la idea de volver a caer en el mismo lugar, donde
había estado cuando el accidente de sus hijos. Ahora estaba escribiendo en su
diario. Y se estaba despidiendo.
En es segundo encuentro con Albert, hay
unas muy malas noticias. Annie estaba muerta. Se había suicidado. Albert había
a comunicarle la noticia a Cristi. Cristi no lo podía creer. Lloró. Se
desesperó. No puede ser. La quiero ver, le dice él. No puede ser. No se puede.
Los que se suicidan no van al cielo. Hay un orden natural. Ella violó ese
orden. Ella está en el infierno. Los que se suicidan van al infierno. Ella de
ahora en adelante se va a estar cuestionando y nunca lo va a entender. Nunca va
a encontrar una respuesta. No puede ser. Yo soy su alma gemela. Tengo que
encontrarla. No pude. No se puede pasar hacia ese lugar. Si se puede…. Me
dijiste que no hay imposibles…. Así me lo enseñaste…. La voy a buscar…. La voy
a conseguir…. Solo es quererlo…. Así me lo dijiste…. Si puedo. Su amor por mí,
me hará encontrarla…. No es suficiente. En ese caso, ella no te reconocería. No
importa. Dígame… dónde está…. Voy a buscarla…. Está bien…. Pero hay que buscar
un “rastreador”, asiente Albert ante
la firmeza de Cristi en su afán y empeño; en eso miran a la distancia, y se
presenta como una especie de rayo con relámpago y luces…. Algo estarán diciendo
con ese efecto…
Y se van a buscar un rastreador.
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