miércoles, 21 de diciembre de 2016

capítulo 20

                                                                                                                                                          (20)       
        
         Las cosas han cambiado.
         Cristi ya no está en el infierno, donde estaba antes, y donde estaba Annie.
         Cristi se halla, ahora, en las afueras de su casa, en la parte superior de las escaleras de la casa a la que había entrado con Albert, el guía de color, que era su hijo; Cristi se halla en su cielo, donde era su sitio; está solo. Todo vuelve a su colorido; todo son flores de muchos colores; aquello es un cuadro, una pintura. La idea del arte, como ya se dijo y que es la clave de película y también de este relato hartamente insistido y recordado, porque al recordarlo aplicamos el refrán de que “burro amarrado, leña segura”, para no perder ni la leña, ni tampoco al burro, que ya no es el de Sancho, que había sido perdido, mas bien robado por el famoso embustero y ladrón de nombre Ginés de Pasamonte, para grande dolor del escudero del loco aquel que ya también hartamente hemos aludido en este nuestro hijo, y que por fortuna y alegría del mismo Sancho, volviese igual de burro o asno, a su valedero dueño, y que en promesas ya tenía en su cuenta los cinco jumentos que le había prometido en paga y en repuesto su amo Don Quijote.
         Pero, volvamos a Cristi, que es lo que nos ocupa, y que ahora camina solo en esos parajes de la imaginación de los que la película esos detalles concibieron. En eso aparece Annie detrás de él, vestida de azul. Cristi se voltea; ella le dice el pensamiento que ella siempre le decía, pero ahora con sentido diferente; ella le dice: “a veces el que pierde, gana”, cuando ella lo decía siempre en sentido contrario; ahora, que ella ha salido de su situación repite ese pensamiento, pero en sentido optimista y positivo; ella le toca la cara a Cristi con las dos manos; se ríen; se besan; es curioso en el infierno no se besaron; ahora, sí; ya no están en el infierno.
         Cristi le dice a ella que lo había intentado todo; él le tapa los ojos a Annie; ella ríe; caminan; hay un cuadro; en el cuadro hay una casa, la casa de sus sueños; ella se lleva las manos a la cara, tal vez de sorpresa y de admiración; ella llora.
         En eso aparece el viejo Al, el papá de Cristi, y el suegro de Annie; enseguida aparece el perro que se sale corriendo hacia ellos; después aparece Marie, la hija; ambas, Marie y Annie se funden en un abrazo; lloran; aparece Ian, el hijo; se abrazan los tres, la madre junto con los dos hijos.
         En alguna oportunidad, uno de los tres guías le había hablado a Cristi de la posibilidad de volver a la vida, en una reencarnación; pero que era una decisión personal, siempre y cuando la persona lo desease.
         Annie le dice a Cristi que le gustaría intentarlo todo, de nuevo, pero con Cristi; Cristi le propone, entonces, de volver a nacer, de reencarnar; ella le pregunta que cómo va a hacer para encontrarlo; él le contesta que así como la encontró en el infierno, es capaz de encontrarla en la tierra, en la nueva reencarnación.
         Y cambian las escenas de la película.

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